La Comisión de la Verdad
tuvo mucho de Arguediano, porque apostó por los más humildes, los más
insignificantes - Carlos Iván Degregori
“La CVR ha constatado que el conflicto armado
interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó el episodio de violencia
más intenso, más extenso y más prolongado de toda la historia de la República.
Asimismo, que fue un conflicto que reveló brechas y desencuentros profundos y
dolorosos en la sociedad peruana.”
Eso dice textualmente la primera conclusión del
Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional –CVR, publicado
el 28 de agosto del 2003. Brechas y desencuentros que ocho años después
persisten como heridas abiertas a través de reparaciones individuales y
colectivas pendientes y de justicia mezquina de los operadores del sistema
judicial para sancionar a los responsables de los crímenes perpetrados durante
ese periodo nefasto.
El conflicto armado interno acentuó graves
desequilibrios nacionales, destruyó el orden democrático, agudizó la pobreza y
profundizó las desigualdades y se agravaron formas de discriminación y
exclusión. Evidenciándose además que, la tragedia sufrida por las poblaciones
del Perú rural, andino y selvático, quechua y asháninka, campesino pobre y poco
educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país. Hecho que
delata el velado racismo y actitudes de desprecio subsistentes en la sociedad
peruana, señala la CVR en otras de sus conclusiones.[1
Efectivamente, profunda discriminación racista
por parte de la mayoría de los centros urbanos. En Lima lo que tenía
atemorizada e indignada a la población eran los coche-bombas que se instalaban indiscriminadamente
en distintos puntos de la ciudad por el Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso
–PCP-SL, indignación que se convirtió en un rechazo generalizado y en exigencia
al Estado para terminar con la violencia, cuando dicha organización terrorista
atentó contra un Edificio de departamentos de la Calle Tarata en Miraflores.
Tuvo que atacarse a la clase media limeña para que el resto del país
“despertara”. Hasta antes de estos sucesos, el conflicto armado interno que se
vivía en las zonas rurales, andinas y selváticas más pobres del Perú y que
había cobrado el mayor número de sus víctimas fatales, era ajeno y
menospreciado.
Sin embargo, luego de conocer los hechos
violentos y crímenes execrables cometidos durante el conflicto armado, podemos
reconocer que el racismo estaba presente también en sus perpetradores. La insania
y crueldad de las ejecuciones, torturas y asesinatos cometidos por agentes de
las fuerzas armadas y policiales contra poblaciones campesinas e indígenas,
revelan el desprecio por la vida y los derechos de estas personas.
Pero no sólo el racismo alimentaban las
violaciones a los derechos humanos y/o la comisión de delitos de lesa
humanidad; también lo hacían el machismo, la misoginia y la homofobia.
En el caso de las mujeres, la CVR ha documentado
prácticas extendidas de violencia sexual contra éstas por parte de agentes de
las fuerzas policiales y de las fuerzas armadas, delitos que fueron instigados,
permitidos o encubiertos por sus superiores jerárquicos.[2]
Estos casos de violencia sexual fueron de tal
magnitud que configurarían crimen de lesa humanidad por el carácter
generalizado que tuvo en algunos casos y sistemático en otros[3]
El asesinato en el Bar
Las Gardenias[4]
La CVR reportó también que
durante el conflicto armado se cometieron asesinatos contra personas
homosexuales. Ocurrieron el 31 de mayo de 1989 cuando un grupo del Movimiento Revolucionario
Tupac Amaru –MRTA, asesinó a balazos a ocho personas travesti, parroquianos del
Bar” Las Gardenias” en la ciudad de Tarapoto, departamento de San Martín.
Estos crímenes fueron
reivindicados por el semanario "Cambio",
órgano oficioso del MRTA, como una decisión del grupo subversivo debido a que
las fuerzas del orden supuestamente amparaban "estas lacras sociales, que eran utilizadas para corromper a la juventud". El semanario, mencionó también sobre un crimen similar
ocurrido en febrero, cuando el MRTA ejecutó "a un joven "homo" muy conocido en Tarapoto".
El Movimiento Homosexual de
Lima (MHOL) denunció que crímenes similares ocurrieron en el departamento de
Ucayali entre mayo y julio de 1990, cuando el MRTA asesinó a tres travestis. En
1992 los dirigentes del MHOL recibieron amenazas telefónicas de dicha
organización subversiva.
La CVR afirma respecto a
estos hechos, que el MRTA tenía una conducta intolerante que se manifestaba
estimulando los prejuicios sociales contra la homosexualidad y generando temor
entre la población homosexual.
Desde el
año 2003, el 31 de mayo es considerada una fecha emblemática para el movimiento
de lesbianas, trans, gays y bisexuales –LTGB peruano.
Por
otro lado, la CVR en las dos últimas conclusiones del Informe Final[5]
considera que la reconciliación nacional será posible cuando las y los peruanos
puedan ejercer ciudadanía plena, y deberá realizarse en el nivel personal y
familiar, en el de las organizaciones sociales y en el replanteamiento de las
relaciones entre el Estado y la sociedad en su conjunto. Estos tres niveles
deberán reconocerse como un país multiétnico, pluricultural y multilingüe. Esa será
la base para la superación de las prácticas de discriminación que subyacen a
las múltiples discordias de la historia republicana.
El
reconocimiento como país multiétnico, pluricultural y multilingüe es sin duda,
fundamental para propiciar la reconciliación nacional. Pero
hace falta también eliminar o remover discriminaciones de toda índole para que
se puedan reconocer, respetar y proteger los derechos humanos de toda la
diversidad de mujeres y hombres del Perú.
Para
hacer esto posible es necesario desterrar del imaginario cultural y social, la discriminación
y los prejuicios racistas, pero también las discriminaciones y prejuicios machistas,
sexistas y homofóbicos. Todos ellos
polarizan, excluyen, desintegran y mantienen relaciones de dominación y
violencia entre personas o poblaciones diferentes. Cuando las diferencias no
son aceptadas ni respetadas y más bien son exacerbadas por los prejuicios y fundamentalismos,
es que se llega a producir, por ejemplo, violencia sexual o feminicidio contra
las mujeres y crímenes de odio contra la
población LTGB.
Hace
ocho años la CVR identificó la práctica sistemática y generalizada de violencia
sexual contra las mujeres durante un proceso de violencia política.
Actualmente, la violencia contra las
mujeres persiste, los casos de violencia sexual tienen connotaciones diferentes
a las del conflicto armado, pero se siguen dando. Los feminicidios se
incrementan en proporciones alarmantes. La CVR identificó también el asesinato
de ocho travestis en Tarapoto por ser considerados lacras sociales. En la
actualidad, la discriminación, estigmatización, violencia y crímenes de odio
contra lesbianas, trans, gays y bisexuales, aumentan cada vez más.
Revertir
estas situaciones de discriminación y violencia es justamente unos de los
grandes desafíos que tenemos como país. Sin ciudadanías plenas para todas y
todos no se consolidará un Estado democrático ni habrá un país diverso e integrado
y mucho menos reconciliado.
La
comunidad LTGB por su parte tiene como desafío, recordar para que no se repita,
generar memoria colectiva para obtener justicia, reparación y ciudadanías
plenas. Asimismo, demandar un lugar en el Museo de la Memoria.
Como
parte de las Reparaciones pendientes del Estado con la comunidad LTGB están, la
aprobación de la ley que tipifique y sancione los crímenes de odio cometidos en
base a la orientación sexual o la identidad de género, entre otros; la
aprobación de la ley igualdad y no discriminación por orientación sexual e
identidad de género que garantice la ciudadanía plena de las y los LTGB en la
educación, salud, trabajo, consumo y seguridad personal; la aprobación de una
ley nacional de identidad de género que permita el reconocimiento legal en el
DNI del nombre y sexo con el cual las personas se sientan representadas; y, la
inclusión de la orientación sexual e identidad de género como categorías
protegidas en la Ley 28983 Ley de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y
hombres.
[1] Conclusiones 9 y 153 del Informe Final de la CVR.
[2] Conclusiones 46 y 57.
[4] Tomo II Capítulo 1.4.3 Informe Final de la CVR.
[5] Conclusiones 170 y
171.
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